Hola, soy Paula López.

Terapeuta y biodescodificadora emocional.

Esta es mi historia:

Tan solo tenía 25 años cuando viví mi primer clic mental.

Nací en una familia de clase trabajadora. Siempre vivimos desde la escasez, donde los grandes lujos no estaban permitidos y poníamos el foco en los ahorros, deseando vivir mejor algún día.

Me siento afortunada de que nunca me faltó nada, pero fue una vida llena de sacrificios económicos y de mucho trabajo.

Cuando llegó el momento de ir a la universidad, comencé a trabajar en paralelo para cubrir los gastos.

Llegué a un pico de estrés altísimo. Apenas dormía 5 horas. Y toqué fondo.

En mis viajes al trabajo me desmayaba, una y otra vez, así que acudí al médico y el psiquiatra me recetó medicación. Acepté con la condición de tomarme las pastillas solo durante un mes y medio.

Y es que siempre fui muy holística y reacia a tomar medicamentos.

Tenía claro que la medicación me ayudaría a curarme, pero no a sanarme. Estaba segura de que había algo más.

Así pues, en busca de mi sanación, empecé a escucharme más. Asistí a clases de pilates y de yoga, medité, sentí a mi cuerpo y conecté más conmigo misma. Estaba en el mundo terrenal y necesitaba encontrar el equilibrio. Me faltaba conexión espiritual y vivir un cambio en mi yo interno.

Fue entonces cuando rompí un paradigma muy arraigado en mi familia y entendí que no todo es trabajo, no todo es sacrificio y no todo es estudio.

Cuando terminé la facultad empecé a leer más sobre yoga, meditación, reiki. Y, a medida que me metía más en ello, me desconectaba del mundo empresarial.

El cual logré soltar a los 35 años, tras sufrir 2 abortos espontáneos muy seguidos.

Nunca me tomé estos abortos como algo malo ni pensé que había nada negativo en mi. Yo sabía que estaba bien de salud, pero que pasaba algo.

Por ello, investigué sobre la biodescodificación.

Quería entender por qué me estaba pasando aquello.

Mi hermana mayor tenía dos maravillosos hijos. Mi madre no había tenido ningún problema para crear vida. ¿Por qué yo sí?

Este fue mi segundo clic mental: gracias a las constelaciones familiares, descubrí que todo venía de mucho más arriba, de mi árbol genealógico.

Y, por fin, desbloqueé mis miedos ocultos. 

Apenas, sin darme cuenta, me quedé embarazada dos meses después, justo cuando cambié de trabajo en junio de 2018.

Ahora, entra en escena mi tercer gran cambio y con el que más conectada me siento ahora mismo. Cuando me quedé embarazada, dejé el mundo de la administración de empresas para ayudar a las personas a sanar.

Sentía que tenía que compartir todo lo que había aprendido y contar a las personas cómo es posible hacerlo. La medicación está bien para paliar el dolor, pero, muchas veces, hay que ir más allá.

Ir al origen de ese dolor, el cual se esconde en nuestro inconsciente.

Una vez, damos con él y tomamos consciencia, es cuando podemos sanar. Pero no solo hay que sanar por nosotros, si no por las futuras generaciones.

Y siento que esta es mi visión en la vida: que todo el mundo tome conciencia de que la gente puede cambiar su realidad. Algo tan simple como entender de dónde viene la vida.

Porque cada traba con la que nos encontramos es una enseñanza de vida para avanzar.

Por ello, ahora me siento plena. Tengo un negocio donde puedo ser yo misma, compartir desde mi ser y desde mi interior.